Thursday 12 August 2010

Forma cruel de percatarse de la edad

Nunca me ha preocupado acumular años, me parece una inquietud inútil sobre algo irremediable y natural. Lo que sucede es que hay momentos muy particulares que nos hacen darnos cuenta de que el tiempo si ha transcurrido y que no se es el mismo de ayer.
En lo físico el ejemplo más a la mano serían las desveladas. A los 18 puedes ir de fiesta en fiesta y abusar de cualquier cosa y no hay problema, al día siguiente estás listo para la siguiente, a lo que quiero referirme son aquellas insinuaciones del destino más refinadas, ejemplo: Ir en el auto y escuchar en el radio a Duran Duran y cantar entre dientes The Reflex y recordar el efecto de la ola cayendo sobre la audiencia, que risa, y pensar que hacía tiempo que no se escuchaba la canción. Generalmente hasta ahí llegaría la reflexión (the reflex, reflexión, jo, jo) pero si se ahonda un poco más y se hacen cuentas se llegará a la conclusión que el New wave y la canción ya tiene más o menos 26 años, ¡veintiseis años!
Con la música que escuchábamos cuando muy jóvenes sucede que se queda estacionada en un lugar de nuestro cerebro y no se mueve. Darse cuenta del lapso transcurrido es como un zape en la nuca, un 'ay no manches, ¡ya tiene tanto tiempo!' kind of feeling.
En algún post anterior mencioné como se logra el mismo efecto devastador al ver a l@s adolescentes actuales vestir la terrible moda ochentera con afanes retro.
Cuando empecé a trabajar en la universidad hace unos años en admisiones, por las solicitudes de ingreso se podía saber que las nuevas camadas de ese entonces habían nacido en los ochentas, lo que las convertian en 10 años más jóvenes (o a mi 10 años más viejo, como se quiera ver). Ahora la nueva generación ha nacido en los noventas, entrados, lo que me pone a pensar que ese trabajo ya no es para mí, vamos, que estos nacieron cuando sonaba Nirvana.