Saturday 20 September 2008

Sincero homenaje a Alfonso Zayas

Lo recuerdo de primera instancia en La criada bien criada, cuando la insoportable Inocencia le daba de cachetadas cuando se quería pasar de lanza el tachito. Yo me imaginaba un día el Zayas y el Borolas (el motorcito) cansados de recibir tantos golpes y ningún beso de la chata, la mandarían a la chingada y se irían en busca de su destino vividor entre cabareteras y desmoder gandalla.
Y así fue.
Ambos decidieron dedicarse de tiempo completo a hacer filmes de ficheras y albures, que la administración de López Portillo tanto impulsó. Entonces el primo pendejito de la famuya pueblerina ida a la capital se decide por el camino del desmadre grueso con generosas chicas de desnudos parciales y el valemadrismo total. En algún momento en los setentas, parece ser, Mauricio Garcés se extravió en un viaje en convertible de Acapulco al D.F. y el galán de celuloide, con estilo, chistoso, se perdió. Pero Alfonso Zayas retomó el título caído en la tambaleante cinematografía mexicana, y se autocoronó el antigalán más desmadroso, por excelencia, de la producción cinematográfica azteca.
Cintas tan memorables como Los Verduleros (1986) que dió un generoso impulso al cine como negocio en un momento en que los estudios churrubusco se esforzaban para seguir a flote. Su filmografía es constante, además de los videohomes. Zayas ha retratado lo que el mexicano promedio en el fondo aunque no lo acepte desea; trabajar lo menos posible, tener chicas sabrosas todo el tiempo y pasar las más diversas correrias siempre, por supuesto, siguiendo la fórmula comprobada y el albur forzoso. Alfonso Zayas en un papel más maduro, siguiendo el mismo perfil y el personaje tan efectivo que ha logrado, podemos verlo en Tres lancheros muy picudos (1989) valiéndole completamente un pito y pienso; fuuuta si yo juera Tarantino, filmaría una escena en donde Alfonso Zayas baila cumbia con Uma Thurman.



Tun tun, compañero constante de Zayas en sus andanzas.