De vez en cuando al pingüino Edwino le llega una tarjeta. La coloca en un marquito que conserva en una pared de su estudio y cuando le llega una nueva la sustituye. Le gustan las de playas soleadas, las de bosques y las fotografías que sus amigos de vacaciones de verano contentos le envían. La otra tarde se puso a ver su colección de postales pasadas y las miraba y se preguntaba a donde se ha ido el tiempo. Colocó la cámara en el tripié y con su cara mas fresca se tomo unas instántaneas que mandó a sus amistades para que le recuerden como es ahora y no como era.