El subir a un techo y ver desde lo alto como se ve de lejos el movimiento cotidiano. La gente moviéndose como hormigas, las preocupaciones ajenas empequeñecidas, tiene un efecto reparador en mi. Lo mismo que una luna redonda en un cielo claro como el de esta noche me permite estar callado y pensar o no hacer nada y de alguna forma hacerme a un lado del caudal de prisas para en la tranquilidad vaciarme en el silencio.