Saturday, 21 April 2012
En lo que invertimos lo que nos queda de fe
Estoy pasando unos dias muy agradables con mi familia en Cataluña. Viniendo de Inglaterra pensé que había visto ya muchos excesos futbolísticos pero oh; que equivocado estaba. La televisión local en el rato que pude ver, estuvo muy al tanto del entrenamiento, conferencia de prensa, llegada del equipo visitante y hasta de que comerían estos. Las calles unas horas antes del encuentro se llenaban de hinchas con camisetas azulgranas, hasta los más pequeños 'fans', quien sabe si por cuenta propia o por influencia de sus papis vestían los colores de su equipo. Me pareció bonito y colorido, una cierta excitación en el aire, un expectativa feliz mezclada con confianza. Y es que es muy bueno el Barcelona, hay que verlo jugar en sus momentos inspirados. Si tuviera que elegir un equipo al cual irle sería al equipo culé. Pero el futbol me parece una fe la cual no merece ser devoto. El equipo local perdió, contra sus archienemigos los merengues (¿los merengues?) y al final del partido los bares y cafés eran una peregrinación de desahuciados. ¿Para qué? me pregunté, poner toda la fe en un juego, en un, seamos sinceros, un negocio, una identificación banal con algo bonito, sin duda, divertido, por supuesto, pero que tan solo nos evade de nuestros problemas un rato, nos identifica con un objetivo banal y bastante superficial que realmente, disculpen, barcelonescamente; no importa más que dos cacahuates. Pero tal vez sea todo lo que nos quede, porque sacar al mundo de la mierda, eso si es una tarea que da pavor y nadie quiere.