Thursday, 8 November 2012

Muchas cajas de cartón

Mudarse a una casa nueva resalta el miedo a lo desconocido. Aún no se habita el nuevo espacio y se deja el antiguo refugio que ya no le pertenece a uno; ni siquiera como idea.

Cambiar de habitat no es tan fácil, hay que sacar cada cosa de su rincón, mirarla, empacarla o tirarla. Los recuerdos se te aferran a la pierna, suplicantes de que no los dejes. Tienes que seguir impasible caja tras caja llenando el transporte hasta que se llene. Todo ese peso provoca que no puedas ver la maravilla del lugar nuevo, las posibilidades al alcance, es más inmediato enfocarse en lo que se deja que en el porvenir.

Cambiarte de casa te pone inestable, tus pies no se identifican con alguna ruta, los cuartos no tienen todavía tu aroma, no sabes en que caja estará lo que tanto buscas o si lo habrás empacado o la habrás dejado atrás para siempre.