Decir que Black Star de David Bowie es un album de despedida es minimizar su alcance. Desde los escalones de su nave espacial Bowie nos deja también unos videos con imaginería obscura e insólita. Todo el concepto es una obra de arte atemporal. Alternando entre el momento de su muerte y el antes y después, David Bowie muere y renace como Lázaro; para ser infinito.
Hace falta escucharlo y escucharlo olvidándose de intentar encontrar sentido alguno en el texto o en esas imágenes en cafés y negros. Hay una fluidez entre los distintos tracks, las fugas de jazz, el saxofón, parecen pequeños mensajes, mitología inacabable y de repente con el acompañamiento de un pasaje místico en armónica nos dice que ya no puede contarnos más y su nave parte.