Y casi todos con los pies arrastrando del cansancio generado por la larga jornada hacen su función ya sin entusiasmo alguno. Pero conforme pasan las horas todos se van relajando, también los molestos que siempre llaman para hacer preguntas estúpidas por el teléfono deben de estar cansados. Y alguien bromea por allá y otro hace reír a su área y conforme se acerca la hora de la salida te permites soñar un poco hasta que te despierta del ensueño una llamada de última hora o un e-mail urgente.
Y se va el primero con el saco por los suelos y aunque le cuesta mucho trabajo y no le importa le desea buen fin de semana a sus compañeros. Y le contestas: Heeey! o algo así, hasta que es tu turno de irte y repites la misma frase a los pocos que todavía quedan y te vas deseándoles sino felicidad por lo menos, paz. Una tregua.