Tuesday, 16 October 2007

Gangsters contra charros


Hace aun no mucho cuando alguien que no conocia Mexico me preguntaba sobre mi pais, orgulloso le decia que era una mezcla caotica y colorida llegando al inevitable lugar comun del Mexico magico. Le sugeria a quien cuestionaba que lo imaginara como un experimento surrealista. Referia a los trabajos oniricos de Dali o el aun mas palpable Los Olvidados de Bunuel. Quedaba muy satisfecho con mi descripcion poniendo como ejemplos memorables, algunos parques de provincia, en donde hay que sentarse calladamente en una banca y ver pasar los personajes desfilar, el vendedor de helados con ropa cool retro sin el saber, la vendedora de chicharrones con mayonesa, chile y limon, los policias panzones, los perros distintos. Siempre hay algo sucediendo. Una fascinacion kitch que nunca aburria. Pero algo ha pasado, Mexico no me evoca mas al surrealismo, sino al absurdo y al ridiculo.
Ni a Juan Orol en sus mejores epocas se le hubiera ocurrido escribir una escena en el guion en donde traten de inagurar una estatua del ignorante exgobernante y la gente muy probablemente respaldada tirara la atrocidad de homenaje al mal gusto. Hasta ahi podria tratarse hasta de una pelicula chafita que se cuele a algun festival internacional, pero que tal si hacemos que en un desesperado intento de validarse la fraccion rival levante el monumento, o como decia el ignorante exgobernante menumento, aun cuando la mano de este se ha caido con el impacto de la caida. Y hacemos un paneo de la gente haciendo el ridiculo signo con el que se identifican y aun mas con la mano caida. Esta es tan solo una escena en el variado mosaico de hechos que ocasionan incomodidad, y antes de que me reclamen, no, no es malinchismo, es pena ajena.
Foto de La Jornada