Existe este sitio
al que puedes tener acceso
si eres afortunado
en tu meditación trascendental
o con la ingesta
de una pizza familiar
mitad de la casa
y mitad oriental
al que antes de que
Benedicto el papa
lo desconociera
llamaban el limbo
un lugar muy entretenido
en donde puedes curiosear
las fotos que se velaron
y los mails
que nunca supiste
porque no llegaron.