Friday, 21 December 2007

White Chalk/ P.J. Harvey


Ahora confirmo que todo pasa por una razón. Y es que el resfrío de hace unos dias que me atacó me dio tiempo de reflexión. Por andar tan ocupado en pendejadas tan superficiales como trabajar no me concedo tiempo para mi mismo. Como si fuera mas que una boca que llenar y un recipiente que cuidar, pero bueno. Solo, con la nariz retacada de mocos secos y escupiendo flemas consistentes y pesadas me consenti llamar al trabajo y decir que no iría.
Me quedaba un día por delante, pero no podía salir, la aguja de mis reservas de energía visitaba la línea roja de reserva. Me hice un té y recorde que tenía el White Chalk de PJ Harvey todavía en su cubierta plástica. Lo puse y me senté, respirando con dificultad entre la caverna de mucosidad, mirando el gris panorama, con el árbol sin hojas del jardín mirándome.
Así me sorprendió Polly tocando el piano, tal vez por consideración dejando la guitarra a un lado y contándome de cuando el diablo la visita cuando esta sola, ella también tendría gripa, tendría un resfriado parecido al de todos nosotros, más de los tiempos que de la infección. Después cantó Dear Darkness y me dio un poco de miedo. Es que desaparecí un poco y mi gripa lo lleno todo y me tiré en el sofá y me dieron ganas de llorar y ni una lágrima. Que no me quedaba ni la autocompasión y me temía que no podría evadirme por lo menos hasta terminar de escuchar, como una cita no planeada. Me levanté para no sumirme, y me asomé al jardín desierto en tiempo para Grow, Grow, Grow y el lamento de PJ cantándole a las semillas en desgarrado e inocente ruego. Después no recuerdo que pensé o si lo hice.
Y es que este álbum es para escucharlo sólo, sin ruido, sin ocupación que desvíe.
Más tarde sonaron los acordes de White Chalk con su cajita de ritmo como reloj antiguo y me imaginé rayando paredes mientras caminaba, las pistas que dibujaba con los gises que sacaba de contrabando de la escuela, el sabor del gis. Dibujaba una puerta en la pared y me imaginaba el contraste del blanco con la roja sangre de Polly Jane en sus manos. Ya estaba bien instalado en la oscuridad y me iba sintiéndo a gusto, recordaba a Tori Amos pero no era lo mismo. En algún momento me rendí, creo que fue en el repetitivo silence, sileeence.
Para To talk to You me convencí que Polly Jane había muerto (o lo había hecho yo) y lo que escuchaba era a su fantasma. Gótico y fantasmagórico encontré el reflejo para lo que en ese momento sentía, mi fragilidad, intemporalidad y sobriedad. Si ella puede tranformarse tanto tal vez yo también pueda. Son sus cómplices Flood, John Parish, and Eric Drew Feldman.
Sólo algunas veces había visto a la soledad y el desasosiego como entidades. Para The Mountain se me habia olvidado del pobrecito de mi y sonreía macabro para mi mismo como Hugo, el niño de piedra.