Thursday, 13 September 2007
Juguetes tóxicos
Edgarín Mendizábal jugaba pistitas muy tranquilo, trazando carreteras en el patio de su casa con un gis que se voló de la escuela. Se econtraba sumamente concentrado en una curva peligrosa por lo cual mantenía a salvo, apretado entre sus dientes su hot-wheels favorito; un Datsun-Z amarillo canario con flamas en las portezuelas. Edgarín empezó a sentirse chistoso, así como muy eufórico, decidió agregar a la carretera unas montañas de tierrita, uy para que se viera bien padrote. Ya encarrerado sacó unos popotes de tix-tix que le compró a la seño del puestecito de afuera de la escuela y se los pasó uno tras otro dejando caer la azúcar refinada con colorante directamente a su garganta. Después empezó a ver como unas borlas de colores bien chidas que flotaban alrededor suyo y en eso se imaginó que conducía su Datsun a toda velocidad pasando por la escuela y todos sus compañeros se morían de envidia y le decían: Edgarín, Edgarín, llévanos a pasear en tu nave, y el arrogante les contestaba: NEL, y arrancaba a toda velocidad dejando a los escuincles envueltos en una nube de humo de plomo multicolores.