Monday, 24 September 2007

La x marca la generación perdida

Extracto de una nota de Tom Cox, 31, del Sunday Times de Junio 4 del 2006.
Adaptado y traducido

Han sido quince años desde la publicación de Generación X de Douglas Coupland, la novela que encapsulaba el espíritu del disasociado y soñador grupo que siguió a los baby boomers. La cuestión sobre los lapsos de quince años es que tienden a ser periodos de tiempo suficientemente largos para procesar eras y tendencias culturales. Una década no lo es, pero una década y media casi lo logra. Una persona puede aparentemente no envejecer en 10 años pero difícilmente en 15. De la misma forma la personalidad de una década no puede ser clasificada y etiquetada hasta su final. Probablemente no entendimos por completo la frase "muy ochentero" hasta 1995, y los 60's no llegaron a su verdadero cierre hasta 1975. Siguiendo esta lógica, y tomando el año cero de la generación X como 1991 -el año del lanzamiento del Nevermind de Nirvana y de Slacker de Richard Linklater- ya deberíamos de saber lo que implica la generación X. Sin embargo resulta difícil definir que es lo que constituye a un integrante de la generación X, quizás mas complicado ahora que nunca. Algunos jugamos Pac-man, algunos otros tomamos éxtasis un poco tarde, algunos más usamos Doctor Marteens y camisas a cuadros. Algunos escucharon a Wham! y Duran Duran cuando niños (por supuesto mucho antes de tener una idea de ser un X) y a los Smashing Pumkins y a los Lemonheads cuando adolescentes. Cuando un X entra en contacto con adolescentes o veinteañeros de la generación Y facilmente puede quedar sorprendido por el aura de seguridad que despiden y el sentimiento de que el mundo esta ahí para cumplir todos sus caprichos.
Como puede un miembro de la generación X saber si lo es cuando ha sido definido indistintamente entre los nacidos entre; 1961 y 1972 ("Twentysomething" del artículo de la portada del Time Magazine de 1990), 1965 y 1977 (Managing Generation X de Bruce Tulgan Tulgone), 1968 y 1979 (de un estudio del Censo del 2000).
La verdad es que, quizás, estamos bastante felices en nuestra forma de vida sin reconocimiento, aplastados entre décadas. Opuesta a la preocupación de ser olvidados tenemos la callada confianza que viene de saber que somos la última generación que creció sin internet o teléfonos celulares y que tuvimos que adaptar nuestras vidas a ello (nada de las excusas de los boomers "no, yo ya estoy muy viejo para esas cosas"), la última generación en tener una verdadera noción de lo "underground", la última generación en desear la fama por saber hacer algo bien, en lugar de tan sólo saber hacer algo...