Thursday 21 February 2008

NightWatch / DayWatch



Si pensamos en el clásico cine ruso seguramente lo relacionaremos con filmes lentos y contemplativos como aquellos de Tarkovsky.
Lo que el director y escritor Timur Bekmambetov lleva a cabo con NightWatch y su secuela es añadir impresionantes efectos estilo Hollywood, ritmo y edición dinámicos, beats desenfrenados y mezclarlos con el sentido ruso de la narración y los personajes torturados.
Los filmes estan basados a su vez en las super exitosas novelas de Sergei Lukyanenko, una trilogía literaria que relata la tensión y batalla constante entre la luz y las tinieblas. Si el planteamiento es de entrada muy simplista al hacer una disección entre el bien y el mal tan definitiva, sirve para imbuir de mitología arquetípica a los personajes. Anton el protagonista forma parte del NightWatch o de los vigilantes nocturnos que son seres pertenecientes a la luz que vigilan a los entes de la oscuridad en su entorno. Existe una delicada tregua entre ambos bandos y el proceso de custodiarse mutuamente es lo único que consigue que persista cierto balance en el universo al evitar una confrontación mayor alguna.
Los hechos que llevan a Anton a formar parte de estos vigilantes es muy personal y la culpa y la amargura tipo Raskolnikov lo llevan a ser un tipo autodestructivo y ambivalente y gracias a ello efectivo en sus funciones. Las novelas y los filmes estan plagados de vampiros, brujería, transformaciones a un nivel macabro y obscuro, como un Harry Potter ojete y con fondo de Rage Against The Machine. Lukyanenko, que es o fue psicoanalista dota a cada personaje con dilemas morales y complejidades mucho menos chabacanos de aquellos pertenecientes a la obra de J.K. Rowling, la magia proviene de fuentes internas, psicologicas y misteriosas y menos varita mágica y escoba voladora, aunque hay algo de ello también. Existen distintos niveles de realidad, la magia y brujería se presentan crudas y cotidianas, como la amistad de Anton con su vecino el vampiro joven de las fuerzas oscuras que lo mismo lo ayuda que lo traiciona. Cotidianas pero espectaculares en sus efectos y sus alcanzes.
Resulta fácil adivinar que Hollywood está muy interesado en hacer remakes de estas historias que han roto records de audiencia en Rusia, el inevitable remake hollywoodesco protagonizado con suerte por Clive Owen. Precisamante, lo que vuelve a NightWatch y DayWatch (que lleva el nombre del segundo libro pero es una historia no filmada perteneciente al primero) relevantes es el estilo ruso de narrarlo, la visión de Bekbambetov, el set helado y oscuro de Moscú, perfecto para el Armagedon, los actores desconocidos (aunque sólo lo sean fuera de Rusia) y el sonido del ruso que remite además a las lenguas de los paises de los Balcanes y que tal vez sea por pura asociación mental con Transilvania pero que resulta la lengua ideal para escuchar a vampiros, brujas y demonios pelear y discutir con sus contrapartes de la luz.