Friday 14 March 2008

La cocina de chepina

Los libros de recetarios de cocina ocupan en Inglaterra un lugar predominante en los estantes de libros. Cada Navidad, y en época de rebajas los libros de reconocidos chefs vuelan. En las listas de bestsellers, ya sean novelas o biografías siempre estará en los primeros lugares codeándose con J.K. Rowling, algún libro de recetas.
Los diseños son vanguardistas, ediciones muy cuidadas con papel fino y tipografía presciocista pero sobre todo con fotos de gran calidad. Existe incluso el término foodporn, que se refiere al ánimo morboso cercano a lo pornográfico de mostrar por ejemplo un pastel de chocolate relleno de queso crema con fresas encima y espolvoreado con pequeños trozos de caramelo y helado de vainilla. La culpa de comer tal cantidad de calorias se ve suplida por el gusto de ver preparar a alguien experimentado un platillo de esas proporciones. El caso por supuesto es que el televidente caiga y despues de cachondearse con el platillo se lanze a comprarlo. Se trata de una tendencia mundial que habla de un sentimiento muy complejo de culpa-gula-impulsos reprimidos. No se trata de reflexionar como cuando la madre le dice al niño: "acábate tus chícharos, mira que hay muchos niños muriéndose de hambre sin tener que llevarse a la boca" sino más bien de regodearse en la abundancia. Hay todo tipo de chefs: especialistas en postres, carnívoros, vegans, ecologistas, mediterraneos, trotamundos. Alguna gente se cuestiona como en estas tierras en donde la comida típica tiene cierta fama de ser muy "plana" existe tal fascinación por la comida (tal vez debido a eso) o que existe gran interés en cocinar (lo dudo, casi todos tienen algún libro de algún chef y muy pocos lo usan). Yo no me atrevería a afirmar que la comida Británica es insípida, lo que sucede es que viniendo de otras latitudes y probarla por primera vez resulta muy diferente, sin embargo, una vez conociendo los distintos ingredientes y sabores se puede notar cierta riqueza en los platilllos, que si bien no se puede comparar con una cocina Griega, Hindú, tiene muy buenos atributos. Sí, hay mucha papa y tuberculos en el menú, pero si has pasado un día laborando y el clima y la estación invernal te acongojan no hay nada más reconfortante que un puré de papas y un shepherds pie con un buen gravy, neto. De cualquier forma, hay todo tipo de restaurantes y take aways de todas partes del mundo. Ya sea que estes en Washington o en Copenhagen puedes elegir no sólo entre hamburguesas o pizza para evitarte la lata de cocinar sino decir: ¿Qué se te antoja honey? Chinese o Tai, que tal si probamos Húngara esta noche? ¡En Nueva York cerca de Soho hay un pequeño restaurante Vietnamita-Francés delicioso!
La semana pasada salió a la luz un programa de Delia Smith, una chef de los setentas muy famosa, que escribió chingo de libros de cocina antes de que se pusieran de moda, un tipo Chepina Peralta. Después de años de retiro en donde la cúspide de su notoriedad la logró al ponerse bien peda a gritar en el campo de el equipo de futbol que posee su esposo; regresó. Con una fórmula poca heterodoxa. Habiendo sido la cocinera por excelencia por década y media, siempre rigurosa, con esos tuperware con la medida exacta de cada cosa, regresa con la idea de usar exclusivamente ingredientes procesados. Poniendo la güeva sobre la calidad y la conveniencia sobre el arte, Delia se pone a vaciar latas en recipientes para ponerlos en el horno por unos minutos, la experiencia de verla hacer esto, con muzac de los setentas de fondo te pone los pelos de punta y apreciar el resultado la mayoría de las veces de color beige de su comida revuelve el estómago, cabrón. Al día siguiente en todos los grandes almacenes se había agotado el pure de papas instántaneo (que es como una cápsula de jabón escudo, que se pone en el horno). Las opiniones son de lo más encontradas, los puristas y artístas de la cocina encuentran su método repulsivo, mientras las masas que comen sólo fish & chips (¡solamente!) lo ven como una forma de por fin, poder cocinar algo.
A mi me encantaba ver (sin tener en ese entonces ninguna motivación e interés en cocinar)a Chepina Peralta alocarse mientras cocinaba en su programa y ponerse a cantar y a platicar con el equipo de grabación y el camarógrafo, y decirle a este último: a ver acércate y tómalo desde aquí, y compartir con ellos (aún con audífonos gigantes y cargando el boom) al final del programa lo que hubiera cocinado. Porque al final cocinar debería ser también una forma de divertirse, celebrar y convivir.